Nos encontramos ante la primera película del llamado Rey
Midas de Hollywood. Esa película con la que los admiradores del director (entre
los que me incluyo) callamos la boca a todos aquellos que afirman que Spielberg
es un buen director porque maneja grandes presupuestos.
Rodada en 1971 como un encargo de la ABC para ser emitida
como la "película de la semana", el telefilme, con un presupuesto
realmente reducido de apenas unos cientos de miles de dólares, cosechó tal
cantidad de buenas críticas (incluyendo varias nominaciones a los Emmy, de los
cuales ganó el de "Montaje de sonido") que tras su paso por
televisión, se encargó a Spielberg que añadiera unos minutos más de metraje. De
este modo, se añadió a los 71 minutos iniciales un par de secuencias (como la
del autobús escolar) que no desentonan con el tono general de la película (si
no lo sabes previamente es casi imposible distinguir los minutos añadidos) que
permitieron alcanzar al filme una duración de casi 90 minutos (la versión que
ahora se vende en DVD y Blu-Ray y que se emite por televisión siempre) con el
fin de poder estrenar la película en salas comerciales.
La película narra la historia de un hombre corriente (un
genial Dennis Weaver) que se ve asediado durante un largo viaje por carretera por
un camión Peterbilt con muy malas pulgas. Con un punto de partida tan simple,
Spielberg logra crear una sensación constante de tensión, suspense e interés en
el espectador como pocas veces se ha visto en la pantalla. Además, con el
mérito de estar toda la película sostenida simplemente por el duelo entre el camión
asediador y el conductor asediado, cuyo duelo va in crescendo hasta el inesperado final.
El propio director ha reconocido en multitud de ocasiones
que esta película tiene enormes influencias del maestro del suspense, Alfred
Hitchcock. Esta influencia se aprecia claramente en el modo de manejo de la
tensión durante toda la película. Por citar un ejemplo más concreto, el hecho
de que la amenaza sea durante toda la película el camión, totalmente despersonalizado
y que adquiere a su vez una personalidad propia desde el primer momento. Pero
es el camión la amenaza, no el camionero que lo conduce. Esto ha dado pie a
multitud de interpretaciones sobre el significado del mismo y la tesis de la
propia película (la amenaza del progreso, el temor a los más fuertes…), todas
ellas bastante improbables a mi parecer, pues el propio Spielberg ha reconocido
que solo buscaba realizar una película de suspense entretenida partiendo de la
lucha de un hombre ante un enemigo monstruosos e inhumano (la misma tesis que
se desprende de su obra posterior, "Tiburón").
La película posee también una gran fotografía (quién no
recuerda, por citar un ejemplo, ese plano a contraluz del camión en el túnel,
que enciende los faros amenazadoramente y se lanza contra nuestro aterrado
protagonista que intenta desesperadamente proteger a unos niños que corretean
por el arcén), un montaje milimétrico (la tensión se consigue en gran medida
con un manejo soberbio del mismo, sirva como ejemplo ese inicio con planos
subjetivos del coche de nuestro protagonista, que poco a poco nos van introduciendo
de manera espectacular en la película sin que apenas nos demos cuenta) y una
banda sonora que, sin ser nada del otro mundo, acompaña la acción
correctamente.
En definitiva, estamos ante una película de obligatorio
visionado para todo aquel que no la haya disfrutado todavía y que hay que
revisionar de vez en cuando, tal y como afirma su actor protagonista, Dennis
Weaver ("Yo veo la película al menos dos veces al año para recordarla").
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