LA ISLA MÍNIMA (2014)
Alberto Rodríguez (director de las galardonadas 7 vírgenes y Grupo 7) nos ofrece una película tensa y oscura, ambientada en los
años 80 tras la dictadura franquista, con una atmósfera opresora que poco tiene
que envidiar a recientes superproducciones americanas como la serie True Detective (pese a ciertas
similitudes con dicha serie la producción de esta película comenzó antes según
sus responsables) o el galardonado film del año pasado Prisioneros.
Raúl Arévalo (Gordos,
También la lluvia, Primos) y Javier Gutiérrez (la serie Águila Roja, el film 1 franco, 14 pesetas y su continuación 2 francos, 40 pesetas) interpretan
magistralmente a los dos policías expedientados encargados de investigar la
desaparición de dos adolescentes en un remoto pueblo de las marismas. Si bien
es cierto que el guión podría haber dotado de mayor profundidad a estos
personajes (el pasado de ambos es bastante plano), los actores consiguen
otorgarles una personalidad atrayente y turbadora a partes iguales,
convirtiéndose la interpretación de ambos en una de las grandes bazas de la
película.
Antonio de la Torre (Balada
triste de trompeta, las ya mencionadas Primos
y Grupo 7) y Nerea Barros (Rafael, El oro del tiempo), interpretan a los padres de las menores
desaparecidas. Ella tiene miedo a un marido excesivamente controlador, pero
desea saber la verdad sobre la desaparición de sus pequeñas, por lo que ayudará
a la policía a espaldas del marido en la medida de sus posibilidades, otorgando
una atmósfera aún más inquietante a la ya incómoda situación.
Rodríguez consigue aprovechar ese carácter rural solitario
de los años 80 y construir la trama en torno al mismo, siendo un gran valor
añadido para el desarrollo de la historia. A esto ayuda enormemente la
recreación de los años 80. Sin necesidad de sobrecargar de elementos la
pantalla para recordarnos en qué época estamos, la sobriedad de la puesta en
escena nos transporta rápidamente a dicha fecha.
La trama está construida sólidamente, manteniendo el interés
a lo largo de todo el metraje y con secuencias verdaderamente tensas, como la
persecución nocturna en coche o las visitas a algunas zonas rurales, que sin
necesitar grandes alardes visuales consiguen generar verdadera tensión y empatía
con los policías encargados del caso. Rodríguez dirige el film con pulso firme,
atrapando al espectador desde el primer instante y consiguiendo que no decaiga
el interés en ningún momento a lo largo de todo el desarrollo de la
investigación.
Otro aspecto sobre el que conviene llamar la atención es la
soberbia fotografía de Alex Catalán, con unos planos cenitales de las marismas
realmente espectaculares (atención a los títulos de crédito iniciales) y con un
aprovechamiento del paisaje sevillano menos conocido verdaderamente magistral.
La banda sonora de Julio de la Rosa, quién ya trabajó con Rodríguez en After o 7 vírgenes, subraya esa atmósfera opresora y rural de manera
magistral, sin sobresalir en ningún momento pero acompañando y ensalzando al
conjunto cuando es necesaria.
Por poner algún pero a esta película, que sin duda es de las
mejores del año (sin necesidad de diferenciarla de productos extranjeros), el
final es demasiado precipitado tras un desarrollo magistral, dejando algunos
cabos sueltos (seguramente a propósito) que restan fuerza al conjunto,
descendiendo una película sobresaliente a un mero notable y relegándola por
detrás de algunas de las producciones anteriormente mencionadas. Pese a estos
detalles finales estamos ante una de las imprescindibles de este año. Muy
recomendable.
Un momento del rodaje del film. |
Rodríguez dirige a Gutiérrez en un descanso entre tomas. |
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