Más de 20
años después de la primera entrega, el parque reabre sus puertas. Reconozco que
tenía sentimientos encontrados respecto a la nueva película. Por una parte, me
apetecía mucho ver el parque abierto en todo su esplendor (quién no tenía ganas
de ver más del parque tras el primer film), pero por otra me daba miedo que
fuese una treta más de Hollywood para recuperar otra franquicia sin nada nuevo
que ofrecer y, lo más preocupante, sin respetar el original.
Colin
Trevorrow (Seguridad no garantizada)
toma las riendas de esta continuación tardía de la franquicia iniciada por
Spielberg. Y hemos de decir que aprueba con nota. Es cierto que Trevorrow no es
Spielberg, ni lo pretende. Pero tiene un gran aliciente que respalda su
elección: el gran respeto que siente por
la película original. Trevorrow es un fan del film original y eso se respira en
cada plano, en cada guiño. Es como si le hubiesen dado este enorme presupuesto
a un fan (con un buen manejo de la cámara, todo sea dicho), para hacer una
continuación/homenaje del film de 1993. Así, uno de los personajes, quien viste
una camiseta con el logo del parque original en uno de los múltiples guiños al
mismo, afirma el enorme respeto que siente por dicho parque pese a la
catástrofe sucedida porque aquel era "auténtico". Casi parece que
escuchamos al director hablándonos en una clara declaración de intenciones
sobre su respeto por el film de Spielberg.
Otro acierto es la selección de actores, con un Chris Pratt (Star-Lord en Guardianes de la Galaxia) que consigue dotar a su personaje del carisma necesario para aguantar el peso del film pero sin llegar a saturar por un 'exceso de personalidad' y una Bryce Dallas Howard (La joven del agua, Criadas y señoras) que logra que su personaje no se quede en un mero cliché de ejecutiva aportando su toque personal a la ambiciosa y ocupada directora del parque. Los niños de la película cumplen su función adecuadamente, sin llegar a emocionar en ningún momento ni ofrecer una interpretación memorable están lo suficientemente bien dirigidos para no llegar a molestar.
La banda
sonora, pese a ser del genial Michael Giacchino (la serie Perdidos, Up, las nuevas
versiones de Star Trek) no consigue
emocionar en ningún momento, convirtiéndose en un mero acompañamiento que poco
tiene que ofrecer. Cabe mencionar la excepción que supone la presentación del
parque, espectacular por otra parte, en que se escucha la banda sonora original
del genio John Williams sonando a todo volumen. A mi particularmente se me
pusieron los pelos de punta en ese momento en que redescubrimos el nuevo parque
más de 20 años después.
Por último, no podemos olvidar a los verdaderos protagonistas de la película: los dinosaurios. Si bien es cierto que hay un gran uso de los efectos generados por ordenador, con un nivel de detalle espectacular y con una integración que no desentona en ningún momento, se agradece la inclusión de animatronics, tan olvidados hoy en día, para recrear algunos de los momentos más cercanos del film. Además, esto se siente como otro guiño más al film original.
Podemos
afirmar que estamos ante un blockbuster
cuya intención es reventar la taquilla (cosa que está consiguiendo viendo los
más de 500 millones recaudados a nivel mundial en su primer fin de semana de
exhibición) pero realizado por un fan que respeta el film original y sabe lo
que se tiene entre manos. Así, asistimos a una historia bastante predecible
pero que entretiene y engancha en todo momento (pese a algunos lagunas de guión
un tanto inexplicables), aderezada con múltiples guiños al film original que
agradarán a los fans más acérrimos o escépticos sobre esta continuación y
dirigida con pulso firme por Trevorrow, quién demuestra en cada plano el amor y
respeto por la película que está realizando, así como por el original que
inició la saga.
Chris Pratt en un momento de la película. |
Uno de los animatronics usados en el film. |