A
muchos nos sorprendió la noticia de que Michael Bay, director asociado a
presupuestos astronómicos desde sus inicios en 1995 con “Dos policías
rebeldes”, iba a dirigir una historia
basada en hechos reales con un presupuesto estimado en unos 25 millones de
dólares, una cifra muy inferior a las que suele manejar en sus películas. Por
citar sólo algunas, “Armageddon” tenía un presupuesto de unos 140 millones de
dólares, “Pearl Harbor” se convirtió en la más cara de la historia en su
momento con un presupuesto que según algunas fuentes alcanzó los 200 millones
de dólares, y la saga “Transformers” contó con un presupuesto que se fue
incrementando con cada nueva entrega, 150, 200 y 250 millones de dólares
respectivamente.
Sin
embargo, el director consigue ofrecer un producto original, diferente a aquello
a lo que nos tiene acostumbrados (aunque sí hay pequeños guiños como los planos
en slow motion o sus famosos
travelling circulares atravesando diversos elementos) demostrando que, aunque
sabe manejar grandes presupuestos como nadie (pese a que las secuelas de “Transformers”
digan lo contrario), es un director capaz de mantener el interés del espectador
con una película modesta, sin grandes artificios.
La
historia, basada en hechos reales, como ya hemos dicho, se centra en tres
amigos culturistas con no demasiadas luces que, en su afán por alcanzar el
sueño americano, no se les ocurre mejor manera que secuestrar a un empresario y
obligarle a que les ceda sus propiedades y bienes. Con grandes dosis de humor
negro, la película relata los acontecimientos de manera bastante entretenida.
Sin embargo, aunque no es excesivamente larga (dura 130 minutos), se habría
agradecido que el metraje fuese 15 o 20 minutos inferior, pues hay algunos
momentos que se alargan demasiado sin aportar gran cosa a la trama.
El trío
protagonista es muy acertado, con un Mark Wahlberg (“Tres reyes”,
“Infiltrados”, “The Fighter”) que realiza un gran papel como el “cerebro” del
golpe, un Dwayne (ex “The Rock”) Johnson (“El regreso de la Momia”, “El rey
escorpión”, “Fast Five”) que sorprende enormemente en un papel de culturista
cocainómano recién salido de la cárcel que intenta abrazar la religión cristiana
y un Anthony Mackie (“Million Dollar Baby”, “En tierra hostil”, “Gangster
Squad”) como tercera parte del grupo que, sin ser incómodo, resulta el más
flojo del reparto principal. A estos les acompañan un gran Tony Shalhoub (el
detective de la serie televisiva “Monk”,
el policía libanés-americano de “Estado
de sitio”, uno de los alienígenas de “MIB”) como el malhablado y malhumorado
empresario víctima del secuestro y el genial Ed Harris (“Poder absoluto”, el
general Francis Hummel de “La Roca”, el Christof de “El show de Truman”) en un
papel de detective privado que se hubiese agradecido que tuviese más presencia
debido a la interpretación del actor.
Bay nos
presenta una película modesta y desenfadada, consiguiendo aunar la violencia y
el humor negro sin caer en lo grotesco o zafio. El director consigue introducir
el humor negro de manera muy acertada en una historia bastante dramática, no
solo sin que desentone o saque al espectador de la misma, sino convirtiéndolo
en una de las grandes bazas del film y permitiendo el lucimiento de las características
cómicas del reparto.
Por otro
lado, la banda sonora de Steve Jablonsky (“The Island”, la trilogía de “Transformers”,
“Battleship”) es muy acertada para la película entremezclando temas muy conocidos
con otros propios de manera muy correcta, acompañando en todo momento la acción
que transcurre en pantalla y consiguiendo elevar el resultado final del film.
Estamos
por tanto ante una película sin grandes pretensiones, que es consciente de ello,
consiguiendo hacer de esto su mayor baza; con unas correctas interpretaciones,
tanto de los protagonistas como de los secundarios; y con una dirección de
Michael Bay diferente a lo que nos tiene acostumbrados, más “calmada” y que
sorprende, logrando hacernos pasar un buen rato en el cine (que es de lo que se
trata, que muchos directores a veces se olvidan que la principal función del
cine es entretener).
Michael Bay dirigiendo una escena durante el rodaje del film. |
Mark Wahlberg en un momento del rodaje. |