Un villano. Un héroe. Una traición imperdonable. Un pequeño pueblo casi aislado. Pese a que parte de los elementos típicos del western, esta miniserie consigue darles una vuelta de tuerca a todos ellos, consiguiendo respetar las claves del género pero dotándolo al mismo tiempo de unos puntos de vista diferentes, e incluso más modernos en algunas de las tramas y subtramas.
Una historia sencilla que se desarrolla lentamente a lo largo de 7 magníficos capítulos (cada uno de la duración necesaria, variando desde los apenas 40 minutos hasta llegar a casi la hora y media, algo muy de agradecer ya que no hay tramas innecesarias añadidas solo para igualar la duración de unos capítulos con otros). Pese a tener un ritmo pausado, la serie engancha por cómo te va presentando las diferentes subtramas y lo magnético de los personajes, algunos especialmente brillantes. Esto es debido a que el creador, director y guionista de la serie, Scott Frank, ha desarrollado la mayor parte de su carrera como guionista (Logan, Minority Report) antes que realizador (Caminando entre las tumbas), siendo en este primer campo donde ha cosechado mejores críticas y resultados.
El casting es de lo más acertado, con un Jack O'Connell (el soldado que se extravía en Belfast en el excelente drama '71, Money Monster) que no despunta especialmente pero cumple correctamente en un papel que podría haber tenido aún más aristas y profundidad, pues su pasado prometía algo más de lo que finalmente acaba ofreciendo; una Michelle Dockery (la inolvidable Lady Mary Crowley de Downtown Abbey, Sin escalas) que consigue hacernos olvidar su papel más emblemático y que creamos que es la aguerrida y de armas tomar Alice Fletcher; o un Jeff Daniels (el presentador Will McAvoy de The Newsroom, Buenas noches y buena suerte) inconmensurable como el villano Frank Griffin, quien tiene una visión del mundo y una moral muy particular que dota al personaje de un aura inquietante en todo momento, pues nunca sabes cómo va a reaccionar en cada situación.
La banda sonora (usada sólo en los momentos esenciales, sin saturar innecesariamente) atrapa desde los primeros instantes sin que te des cuenta, siendo sencilla pero eficaz en todo momento. Es especialmente importante como acompañamiento para la cabecera, pues la dota de personalidad propia y con unos acordes que se quedan en la memoria desde casi el primer visionado (algo importante, pues recordemos que son únicamente 7 capítulos). La propia cabecera destaca por su sencillez, con movimientos de cámara que se van alejando de las poderosas imágenes que nos muestran los principales elementos que van a ser cruciales para el desarrollo de la miniserie y el devenir de los diferentes protagonistas y secundarios.
En definitiva, estamos ante una serie que es capaz generar un ambiente propio, donde la clave radica en la historia de unos personajes dotados de más profundidad de la que suele ser habitual en el género. Con unas buenas interpretaciones, unas excelentes tramas secundarias y una historia sencilla pero efectiva, nos encontramos ante una serie de obligado visionado no sólo para los amantes del western sino para cualquier telespectador.
Frank Griffin (Jeff Daniels) realizando una advertencia. |
Roy Goode (Jack O'Connell) domando un caballo. |