lunes, 7 de abril de 2014

Gran guión, buenas actuaciones y acertada dirección

PRISIONEROS (2013)

El canadiense Dennis Villeneuve (Maelstöm, Polytechnique, Incendies o la más reciente, Enemy) sorprende con una película que, desde la aparente sencillez de su argumento inicial (la desaparición de dos niñas), atrapa al espectador introduciéndole poco a poco en una trama oscura y turbia, con multitud de ramificaciones sorprendentes e inesperadas.

Hugh Jackman (conocido para el gran público por su papel de Lobezno en la saga de X-MEN o por ser Jean Valjean en el reciente musical de Los Miserables), ofrece una interpretación magistral como uno de los atormentados padres cuya hija ha desaparecido, dispuesto a hacer lo que sea necesario por recuperarla. Le secunda un Jake Gyllenhaal (El día de mañana, Brokeback Mountaink, Zodiac, Código Fuente) inconmensurable como el detective Loki, un policía sencillo que lucha por hacer lo correcto en un mundo corrompido en el que cualquiera es sospechoso. Un personaje que poco a poco se torna más interesante y profundo gracias al buen hacer del intérprete en cada escena que aparece en pantalla.

También destaca Paul Dano (Noche y Día, Looper, 12 años de esclavitud) como el principal sospechoso del crimen, un personaje enigmático que el actor interpreta a la perfección. Lo mismo ocurre con Melissa Leo (21 gramos, The fighter, El vuelo) como su protectora tía, la actriz consigue dotar de una complejidad encomiable a su personaje, pese al poco tiempo que aparece en pantalla, otorgándole una ambigüedad que resulta muy enriquecedora para su personaje. Por último,  cabe mencionar a Terrence Howard (Crash, Cuatro hermanos, Iron Man, Red Tails) y Viola Davis (Traffic, La duda, El juego de Ender) como los angustiados padres de la otra niña desaparecida, y a Maria Bello (Payback) como la esposa del personaje de Jackman, esta última en un papel un poco desaprovechado a mi parecer debido a la escasa duración (y al comportamiento errático) del mismo en pantalla.
   
El director consigue mantener de manera magistral la tensión por el caso durante todo el metraje gracias al soberbio guión de Aaron Guzikowski (Contraband). A esto también ayuda un montaje milimétricamente calculado de los acontecimientos, así como de los diferentes planos durante cada secuencia, los cuales van incrementando la tensión de manera paulatina hasta llegar al clímax.



La fotografía también es soberbia, con planos muy pausados y una iluminación muy adecuada para cada escena (atención a algunos juegos de luces). De este modo se consigue acrecentar la sensación de angustia y opresión que te atenaza durante la mayor parte del metraje. Esta impresión se incrementa también gracias a la banda sonora compuesta por el islandés Jóhann Jóhannsson, casi desconocido para el gran público, el cual consigue aportar la nota adecuada para cada escena. De esta manera no sobrecarga sonoramente el filme, el cual es bastante sobrio en este aspecto. Esto no es algo negativo, sino que resulta muy adecuado para ayudar a crear el tono oscuro, opresivo y de tensión permanente del filme.

Especial mención merecen los últimos 20 minutos de la trama, realmente angustiosos y que desembocan en uno de los finales más sorprendentes que recuerdo. Además, dicho final invita al espectador a reflexionar sobre todo lo acontecido en la película y el porqué de ese final tan adecuado para la misma.

En definitiva, nos encontramos con una película que se sustenta en tres grandes pilares: unas actuaciones enormes, especialmente de los protagonistas; una acertadísima dirección del mencionado Villeneuve y un guión milimétricamente diseñado, que no deja cabos sueltos y que atrapa durante las dos horas y media que dura el filme ayudado por el montaje y la banda sonora.

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