lunes, 20 de agosto de 2018

Mucho barro y poco guión

DIRT (2018) 

Un joven ladrón de coches, extraordinariamente virtuoso para su edad, intenta abandonar el mundo de delincuencia en que se encuentra inmerso, pero la gente para la que trabaja no se lo pondrá nada fácil. Mientras tanto, consigue una oportunidad de ensueño de la mano del dueño de un equipo de carreras que está decidido a darle una segunda oportunidad permitiéndole formar parte de su equipo e, incluso, dormir en su propia casa. Allí, el piloto estrella del equipo tampoco se lo pondrá nada fácil, tratándole mucho peor que al resto (a los que también trata mal, por cierto) y faltándole al respeto continuamente por considerar que no es digno de formar parte de ese equipo. 

Kevin Dillon (el eterno Johnny ‘Drama’ de la serie Entourage) hace lo que puede con un papel que no está completamente definido y que no tiene mucho trasfondo sobre el que construir aristas al personaje, un antiguo corredor retirado y reconvertido en director de equipo gracias al dinero de su mujer tras un grave accidente. DeRon Horton realiza una interpretación muy plana, con un papel también plagado de clichés y sin apenas profundidad (un joven ladrón de coches con buen corazón que delinque para cuidar y proteger a su hermana pequeña). Por último, Christina Moore cumple correctamente como la sufrida esposa del personaje de Kevin Dillon, aunque tampoco realiza una interpretación memorable debido también a un personaje bastante anodino.  

Un punto de partida poco original nos introduce en una película que cumple muy justamente las expectativas (pese a no ser nada altas tras visionar el tráiler), llegando en algunos momentos a aburrir debido a lo manido de las situaciones que se suceden y a las reacciones sin apenas sentido de algunos personajes en determinados momentos clave de la trama. Las escenas de persecución fuera del circuito están rodadas de manera torpe y confusa, aportando poca sensación de peligro o velocidad. Además, no se aprecia en ningún momento el supuesto virtuosismo del protagonista a los mandos de un vehículo, el cual sí se menciona varias veces y resulta indispensable en la trama.  

Si hay un elemento que salve la película son las escenas dentro del circuito, rodadas de manera muy realista, especialmente los choques y accidentes, aunque con un montaje también muy torpe que desmerece en gran medida el resultado final. Además, se echan en falta más carreras en el circuito, el verdadero aliciente de la película, así como más tensión en las mismas respecto a quién va a ser el ganador. Exceptuando la carrera final, más larga y con algo de tensión respecto a las posiciones de los vehículos durante la misma, todas las anteriores del campeonato son pasadas de manera tan rápida y superflua que no tienes tiempo de involucrarte en ellas. Además, tampoco tienes aliciente para ello, pues apenas nos informan en un par de ocasiones de las posiciones de los principales pilotos en el campeonato pese a ser el eje central de la trama. 

En definitiva, estamos ante una película que no emocionará a nadie y que solo los apasionados de este tipo de carreras todoterreno o de los vehículos a motor encontrarán algún aliciente para visionar, siendo además los únicos espectadores que, si no son muy exigentes, quizás no salgan decepcionados totalmente con la misma. 

Christina Moore en una escena de la película.